Nuestro sistema ocular, a partir de los 40-45 años, sufre un desgaste o envejecimiento natural que ocasiona la pérdida de capacidad para enfocar de cerca, la famosa presbicia. No muchos años atrás existían soluciones como las lentes bifocales, que era como juntar dos lentes en una con diferentes graduaciones, hasta que en 1959, Bernard Maitenaz, inventó la primera lente progresiva. Esta lente, también llamada como multifocal, es la más avanzada de todas de las lentes. Mediante un algoritmo se consigue retallar una superficie desde la cual podremos ver de lejos, de cerca y en intermedia. Aún hoy en día, este invento tecnológico sigue siendo considerado como uno de los mayores avances del sector óptico.

Pero ¿todas las lentes progresivas son iguales? NO.

Debemos admitir que la información que llega al mercado es confusa y contradictoria. Existen muchas ofertas de “progresivos de alta gama” a precios muy competitivos, pero qué significa progresivo de alta gama? Solo para que os sirva de guía podéis encontrar en el mercado progresivos desde 150€ hasta 1200€ la pareja, sin contar la montura.

Existen muchas variables para poder clasificar un progresivo: la tecnología de fabricación y recorte, la precisión del talle, los campos de visión, la personalización…

Si analizamos la tecnología de fabricación encontraremos expresiones como recorte tradicional o freeform. Actualmente todas las lentes del mercado son freeform, así que esta característica no debe influir en tu decisión de compra. Lo que sí debes tener el cuenta es la precisión del retallado y si se realiza por una cara de la lente o por dos. Para que podáis entenderlo con un ejemplo imaginaros un cuadro pintado con brocha gorda o un cuadro pintado con pincel ¿cual de ellos tendrá más detalle y será más preciso? Pues con las lentes pasa igual: a mayor precisión de retallado, mejores campos de visión, mejor transición entre las distancias y más nitidez.

Por otro lado la característica “personalizados” ha resonado fuerte en la comunicación de campañas de venta de progresivos. Todos los progresivos son personalizados, ya que se fabrican sobre los datos que facilita el optometrista especialmente para cada cliente. Es decir, no hay un almacén de lentes preparadas para enviar a la óptica, se fabrica cada lente sobre demanda.

¿Pero personalizar según la graduación lo es todo? No. Podemos personalizar las lentes según necesidades específicas del usuario y según la posición en la que vayamos a usar esas lentes. ¿Verdad que la misma gafa no queda igual colocada según quién la lleva? Unos tenemos la nariz más grande, otros las orejas más arriba o abajo, las facciones… Todo esto influye en la posición en la que vamos a utilizar la lente y afecta directamente a la proporcionalidad de la imagen y al confort. La misma lente colocada en ángulos diferentes proporciona efectos visuales distintos y puede ser la causa de incomodidad o inadaptación. Por eso es importante saber que existen instrumentos de toma de medidas digitales para analizar la posición de la lente en nuestro rostro y personalizar los ángulos de fabricación para que nos aporten el 100% de rendimiento de la lente.

En definitiva, como podéis ver, el mundo de los progresivos no es fácil. Basar nuestra decisión solamente en el precio es un error ya que no disponemos de la información suficiente para hacer una comparación de compra. ¿Verdad que no comprarías un coche sin saber qué potencia tiene y los extras que lleva de serie? Pues con las lentes es igual.

Nuestra recomendación es que acudas a centros de confianza que sepan explicarte las diferencias entre las lentes, que sean profesionales y que entiendan tus necesidades. En Interoptics intentamos adaptarnos a todos nuestros pacientes encontrando la mejor solución calidad-precio.